LA CONSPIRACIÓN DEL AZÚCAR
El ocultamiento de sus efectos nocivos en nuestra salud
De los desórdenes metabólicos producidos por la diabetes hasta enfermedades relacionadas con el corazón, en los últimos años se han dado a conocer algunos de los percances que puede acarrear el excesivo consumo de azúcar. ¿Pero cómo se llegó a concluir que su uso puede afectar seriamente nuestro organismo? Pues bien, desde hace décadas se vienen adelantando estudios que han determinado que el uso desmedido de azúcar puede ser igual o más perjudicial que el de las grasas saturadas.
Tan solo en 2014, se alcanzó una cifra de 422 millones de personas enfermas de diabetes en el planeta, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). El mismo ente publicó en octubre de 2016 unas recomendaciones para reducir el consumo de bebidas azucaradas y reducir la ingesta de azúcares. Este comunicado de prensa también nos habla sobre el incremento de la obesidad en el mundo como consecuencia del frecuente uso del azúcar en la dieta, revelando que la obesidad se duplicó con creces entre 1980 y 2014, llegando a más de medio billón de adultos con esta condición en el planeta.
No obstante, el mayor revuelo en esta conspiración se produjo cuando un grupo de investigadores de la Universidad de California dio a conocer informes de Roger Adams, asesor en la International Sugar Research Foundation y expresidente de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia que evidenciaron diversas estrategias utilizadas por la industria azucarera para ocultar información que demostraba la incidencia del azúcar en el surgimiento de diversas enfermedades.
Tras el escándalo, la Asociación Americana de Medicina publicó un artículo que denunció una cuantiosa suma de dinero recibida por expertos de la Universidad de Harvard para responsabilizar a las grasas saturadas y el colesterol de afecciones cardiacas, omitiendo cualquier información que responsabilizara al azúcar. De igual forma, se recuerda que en el año 2015, el magazín PLOS Medicine publicó un informe en el que se relata el ocultamiento de evidencias científicas que relacionaban la caries y el consumo de azúcar. El propósito de las empresas azucareras, según este artículo, era impedir que los programas de salud pública de Estados Unidos promovieran campañas de información que sugirieran la reducción del consumo de azúcar en ese país.
Un detalle aún más diciente fue la gran cantidad de fondos destinados para la creación de una vacuna contra la caries y la búsqueda de enzimas que permitan combatirla de manera eficaz por parte de la Sugar Research Foundation, bajo el auspicio de empresas del sector. Al parecer, es necesario seguir restringiendo cierto tipo de información que no afecte sus intereses.
En la actualidad, la Asociación Estadounidense del Corazón recomienda no consumir más de 9 cucharadas de azúcar a los hombres y 6 a las mujeres cada día. Sin embargo, se establece un promedio de consumo de 22 cucharadas diarias de azúcar por parte de los adultos en Norteamérica.
Sobre esta conspiración del azúcar, Stanton Glantz, profesor de la Universidad de San Francisco, manifestó: “Las personas y todos los que hacen políticas públicas deberían ignorar cualquier investigación financiada por cualquier industria, pues se ha demostrado una y mil veces su injerencia sistemática. La influencia de las industrias sigue ahí, en miles de estudios que se publican anualmente sobre una gran variedad de temas”.
La historia de este complot no es muy distinta a otras relacionadas con la industria del tabaco y el combustible fósil. Es habitual que los empresarios prioricen sus ganancias sobre el bienestar de los demás, sobre todo si poseen una maquinaria lo suficientemente aceitada que les permita ocultar información que los comprometa.
